jueves, 19 de marzo de 2009

Redescubriendo a Kahlil Gibran

Ordenando la biblioteca de la sede hace unos días, reencontramos mi libro de Kahlil Gibran, Cartas de amor del profeta, un bellísimo libro recopilatorio de cartas a su amada de toda la vida, Mary Haskell. Hacia varios años que lo había extraviado, pero allí estaba, entre el programa del PCUS y la colección de Lenin.

Fruto de mis más tierna y meláncolica adolescencia es el subrayado de estas citas del mismo.

"Si acepto el sol, la luz y el arco iris, también debo aceptar el trueno, la tempestad y el rayo"

"Te amaré toda la eternidad, como ya te amaba antes de conocerte".

"Aunque estés en el otro extremo del mundo..., tus días son noches aquí. No obstante cuando camino estás cerca, cuando trabajo conversas conmigo, cuando me siento solo a comer percibo tu presencia junto a mi. Hay momentos en que sé que no hay distancias entre los que se aman."

" Nadie sabe con exactitud cúal es la frontera entre el placer y el dolor, y a menudo pienso que es imposible separarlos... Me das tanta alegría que llega a doler, y me causas tanto dolor que llegó a sonreir."

"Nada de cuanto vivimos, de cuanto hacemos se pierde..."

"Siempre que charlas conmigo siento un delicioso dolor en el corazón. Es como si me sañalaras la cumbre de una montaña y me preguntaras ¿cuando llegarás alli Kahlili? Cada vez que escucho tras tus palabras otra voz que me dice: quisiera que Kahlil llegase allí mañana.
Es bueno saber que la montaña tiene una cumbre. Es todavia mejor tener la certeza de que la bien amada nos quiere ver mañana allí."

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