lunes, 24 de noviembre de 2008

Poli bueno, poli malo

Como declaración de intenciones de este blog pego un grandísimo árticulo de Carlo Fabretti.

No hace falta haber estado detenido para conocer el tradicional montaje del "policía malo" y el "policía bueno", pues la literatura y el cine negros lo han escenificado en todas sus variantes. El policía malo te amenaza, te grita, te golpea (sí, también te golpea; sí, también en la "España democrática").

El policía bueno te habla con amabilidad, se muestra comprensivo, te ofrece un cigarrillo o una taza de café, te asegura que te sentirás mucho mejor después de confesar, te dice que tengas cuidado con su compañero, propenso a perder los nervios... A primera vista, cabría pensar que el policía malo y el policía bueno representan tácticas contrapuestas: si el interrogatorio normal no produce los resultados apetecidos, se recurre al interrogatorio duro, al "tercer grado". Pero no es así: el policía malo y el policía bueno son estrictamente complementarios, obedecen a una perversa estrategia bipolar que busca confundir al detenido y minar sus defensas.

El policía malo y el policía bueno representan sendos papeles previamente aprendidos y muchas veces ensayados, y, obviamente, persiguen el mismo objetivo y sirven al mismo amo...... Y el bipartidismo típico de las seudodemocracias occidentales es, en última instancia, una versión a gran escala de la misma farsa;..... En algunos aspectos, la sociedad es un gran objeto fractal en el que los mismos esquemas, las mismas pautas, se repiten a diversas escalas y a distintos niveles. Y la alternancia-sinergia del policía malo y el policía bueno es uno de esos modelos recurrentes.

No solo lo encontramos en la comisaría y en el Parlamento, sino también en otros muchos ámbitos sociopolíticos. Por ejemplo, en el mediático. Los policías malos son la COPE, Libertad Digital, La Razón...; los policías buenos son la SER, El País, la Cuatro... El "talante" es muy distinto, y la verborrea de un comedido Gabilondo puede ser menos ofensiva que la de un desaforado Jiménez Losantos; pero no nos engañemos: ambos defienden el mismo sistema, y sus amos respectivos (PRISA-PSOE e Iglesia-PP), aunque enfrentados en lo coyuntural, son aliados en lo fundamental, que es, en última instancia, la lucha del capitalismo contra el socialismo, la eterna batalla de los ricos contra los pobres.

Es comprensible que el detenido --el pueblo-- prefiera vérselas con el policía bueno que con el malo, sobre todo si las "sesiones" duran cuatro años. Pero no hay que confundir la conveniencia personal y transitoria de los privilegiados (que, comparativamente, en nuestra sociedad somos muchos), o incluso de los menos desfavorecidos (que, comparativamente, en nuestra sociedad somos la mayoría), con la validez política o la talla moral. El policía malo es más cínico, pero el bueno es más hipócrita. El policía malo reprime con mano dura; el policía bueno reprime con mano izquierda.
El policía malo amenaza; el policía bueno embauca... Puede que el policía malo dé más miedo, pero el bueno da más asco.

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