He oído que en Ohio,
a comienzos de siglo,
vivía en Bidwell una mujer,
Mary McCoy, viuda de un guardafrenos
llamado Mike McCoy, en plena miseria.
Cada noche, desde los trenes ensordecedores de la Wheeling
Railroad,
los guardafrenos arrojaban un trozo de carbón
por encima de la cerca del huerto de papas
gritando al pasar con voz ronca:
«¡Para Mike!»
Y cada noche, cuando el trozo de carbón para Mike
golpeaba en la pared posterior de la casilla,
la anciana se levantaba, se ponía
somnolienta la pollera, y guardaba el trozo de carbón,
regalo de los guardafrenos para Mike, muerto pero no
olvidado.
Se levantaba antes de amanecer y quitaba
el regalo a los ojos del mundo
para evitar contratiempos a los hombres
de la Wheeling Railroad.
Este poema está dedicado
a los compañeros del guardafrenos McCoy
(muerto por tener los pulmones demasiado débiles
en los trenes carboneros de Ohio)
en señal de solidaridad.
1926. Un poema Bertold Brecht
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